La aportación de un creador
diciembre 8, 2013La Cita de Hoy
Por: Manuel Moreno
Juan Vicente Urbieta
El escultor Juan Vicente Urbieta Ruiz -de pensamiento lúcido, hablar pausado y una propuesta artística con espíritu propio- tiene clara la aportación que hace al mundo mediante su obra. Basta escucharlo hablar, ir de una idea a otra, para entender su trabajo –figurativo, abstracto, de formas orgánicas-, así como el papel que él desempeña dentro del mundo del arte y en la vida cotidiana.
Esta vez, Urbieta Ruiz, quien ha aparecido en varios medios de comunicación hablando de su obra, ahonda en tópicos de carácter universal que, por lo mismo, son de gran profundidad. Para él, ser artista implica un serio compromiso “que surge desde adentro no sólo en el arte, sino en el quehacer diario porque los seres humanos tenemos el gran don de transformar un material, el entorno o una circunstancia de vida. Esto, aplicado a la escultura, es un compromiso que ratifico todos los días: la obra cumple una función de satisfacción íntima y personal mientras la realizo, pero al concluir surgen las preguntas: ¿Me llenó la obra?, ¿me hizo vibrar?, ¿entablé un diálogo con ella?, ¿crecí…? Y la comparto, porque finalmente plasmo algo muy mío que se convierte en la posibilidad de tocar un corazón que también vibra; es como si brotara de la pieza el sentimiento que le imprimí y ahora se replica en otro”, manifiesta.
Por supuesto, este equilibrio emocional es sustentado por un principio universal de prosperidad: el agradecimiento. Al respecto, Juan Vicente Urbieta, está convencido que para un artista “el mantenerse agradecido hacia la vida es fundamental porque al tener esta postura como actitud, cada instante -que es un regalo continuo- puede ser abordado desde cualquier ángulo. Insisto, no sólo como escultor, sino como elección de vida, el agradecimiento es elemental porque permite mantenerse en el aquí y en el ahora; cada quien elige agradecer o vivir de forma demandante. La vida es generosa: es su naturaleza, de abundancia pura. Pero la decisión de subir al barco de la abundancia o vivir desde las carencias y limitaciones es opcional. Entonces, cuando un artista deja de agradecer, se endurece, pero existe un cuestionamiento que viene a ser una tabla de salvación: ¿Qué quiero crear a nivel del sentimiento y cómo quiero vivirme?”, remarca.
Otro gran tema que Urbieta Ruiz aborda es el de la misión, pues de acuerdo a su forma de ver el mundo “debemos entender que venimos no a sólo ocupar una silla, ya que la vida te lleva a interactuar en diversas situaciones y a decidir cómo quieres vivirlas: si sólo viéndolas pasar o, ¡mucho más emocionante!, generando creativamente para elevarte como persona, como ser humano y como ente espiritual. La misión se reduce a mirarte en el espejo y que ese reflejo sea coherente con tu anhelo, a ser congruente con lo que desea tu espíritu, con lo que emana desde lo más profundo de tu ser”, enfatiza el artista, para añadir: “Si tu deseo está en vibrar con la vida, el resto se da de forma automática. La pregunta es: ¿Vibro con lo que hago, me ayuda a sentirme pleno, me gusta cómo lleno mis días? Pero es difícil mantener esa línea porque estamos ligados a aprendizajes y creencias que adquirimos y las volvimos una ley inquebrantable: creemos que así será siempre, cuando en realidad la vida es flexibilidad, transformación, continuo cambio”.
Aunado con lo anterior, Urbieta Ruiz invita a hacer un ejercicio de la imaginación: “Si al despertar tuvieras una bola de barro –que contiene el día entero- y tu primer acto fuera tener contacto con esa masa para moldearla, ¿qué expresión, tonalidad y forma darías al material? Porque, además, la bola de barro que hiciste durante el día se desbarata al llegar la noche y sólo quedan los recuerdos. ¡Es fascinante, porque al día siguiente tienes una bola de barro nueva! Y cuando tienes un mal día, no pasa nada, rompes la figura que no te gustó y confías, porque al día siguiente tendrás una bola de barro nueva, ¡otra oportunidad!, para moldearla mucho mejor”.
Acerca del Juan Vicente Urbieta
Tapatío de nacimiento, desde la adolescencia decidió seguir la vocación que le ha dado un sentido pleno de vida: la creación artística. Este camino le llevó a conocer el país, el mundo: entre sus innumerables vivencias, que son parte de un amplio historial, fue promotor, en pleno corazón de la Sierra Tarahumara, en Chihuahua, de un taller de carpintería y de tallado en madera. En la capital jalisciense, estudió Artes Plásticas en el Instituto Cultural Cabañas y absorbió conocimientos de grandes artistas, entre los que destacan José Fors e Irma Serna. La docencia también es parte de su trayectoria, al impartir dibujo anatómico y escultura en el Instituto Tecnológico de Monterrey de Guadalajara. En cuanto a estancias fuera de México, permaneció por dos años en la catalana ciudad de Barcelona, en España, sitio que le permitió enriquecer sus conocimientos y desarrollar habilidades en el Ateneu de Cerdanyola. Hoy, su trabajo es exhibido y comercializado en las más variadas ciudades de México y del extranjero.
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